El hombre desde sus orígenes necesitó de la fe, y del apoyo en fuerzas sobrenaturales, que lo ayudaran en el duro camino de la supervivencia, En sus inicios, no fue la religión sino la magia la que le sirvió en ese propósito de tratar de dominar a los fenómenos naturales, siendo las pinturas rupestres muestra de ellos. No es en esta cultura el hombre el que posee la habilidad para cazar, sino que son las fuerzas naturales las que se lo permiten o no.
La Prehistoria es la etapa anterior a la Historia. Se divide en dos partes que son: la Edad de Piedra-Paleolítico (piedra vieja o tallada) y Edad de los Metales-Neolítico (piedra nueva o pulida).
Durante la Edad de Piedra, los seres humanos vivían de la caza, la pesca, y la recolección. Ellos pensaban que su vida estaba determinada por fuerzas sobrenaturales.
Para los habitantes del Paleolítico, la naturaleza era sagrada porque de ella sobrevivían y ellos se consideraban parte de ella. Tenían un gran respeto a la naturaleza y trataban de conservar la fauna y la flora.
Se cree que nunca cazaban las hembras en periodo de cría. Nunca cazaban por entretenimiento, ni mayor cantidad de la que necesitaban, porque creían que eso era enfrentarse a los espíritus y que podían sufrir un castigo en el futuro.
Cuando iban de caza, no iban muchos y evitaban explotar excesivamente los recursos de la naturaleza. Al creer sagrada la naturaleza protegían el medio ambiente y a ellos mismos.
Los habitantes del Paleolítico pensaban que ciertos individuos tenían cierta capacidad y la fuerza de enfrentarse a esos espíritus y así vencer la enfermedad y curar. Éstos eran los chamanes. Los chamanes eran las personas más inteligentes de los poblados, los que tenían una mayor destreza para curar.